
DIOSA DE LA TIERRA, DIOSA DE LA LUNA. DIOS SOL, DIOS DEL BOSQUE VERDE.
La diosa y el dios, lo indivisible. El Todo.
Antes de que existiera el tiempo, antes de la creación de la Tierra, antes de los humanos, estaba el “Todo”.
El Todo existía en silencio, en quietud, en armonía. El Todo es tanto femenino como masculino. Ninguna parte es mayor que la otra.
De la unión de las partes iguales del Todo llegaron las semillas de la vida. La diosa y Dios eligieron los símbolos físicos para recordarnos su presencia.
La diosa eligió la luna, luminosa, radiante y tranquila, pero cambiante.
El dios escogió el sol, ardiente, fuerte y brillante, pero estable.
DIOSA DE LA TIERRA, DIOSA DE LA LUNA.
La diosa, esencia de lo divino femenino asociada tanto con la Tierra como con la Luna.
Como la Madre Tierra, ella representa la energía física de la tierra que permite que toda la vida eche raíces y prospere. Su energía es nutritiva, tierna y flexible, ya que hace posible la manifestación de todo cambio.
Es madre y compañera del Dios, sus ciclos de siembra, crecimiento y muerte hacen que la Rueda del Año gire, limpie lo viejo y produzca lo nuevo en la cocreación eterna con el Dios.
En su aspecto Lunar, la Diosa gobierna la noche, las mareas oceánicas, los ciclos reproductivos de las mujeres y la psique humana relacionada con la emoción y la intuición, la sabiduría que proviene de la interacción con nuestro lado oscuro.
La Luna tiene su propio ciclo único en relación con la Tierra. Lo conocemos como la fases de la Luna.
Estos aspectos cambiantes son conocidos como la Doncella, la Madre, la Reina (pre-anciana) y la Anciana, y cada función corresponde a una fase lunar (creciente, llena, menguante y nueva), así están representadas las cuatro etapas de la vida de cada mujer.
EL DIOS CORNUDO Y EL DIOS SOL.
La otra mitad de la deidad es la masculina, el Dios de la fuerza vital que todo lo abarca. Representa los animales del bosque y el Sol. Es el dios de la caza, pero al mismo tiempo protege a los animales en la naturaleza, asegurando el delicado equilibrio de la vida en la Tierra.
La otra asociación del Dios es con el Sol, cuya luz es necesaria para el crecimiento de toda la vida.
Muchas culturas antiguas adoraban a un Padre del Cielo y a una Madre Tierra. La rueda del año gira en torno a la relación cíclica entre el Dios como el Sol y la Diosa como la Tierra, con el Dios muriendo cada otoño y renaciendo cada primavera, creciendo fuerte durante todo el verano para morir nuevamente. Haciendo eco de los ciclos de crecimiento de la vida vegetal en la naturaleza.
En la brujería, rendimos homenaje a la Diosa y al Dios, como manifestaciones del Todo. Pero en la magia de trabajo, puedes elegir diferentes aspectos de las deidades con las que trabajarás. Incluso puedes elegir con qué aspecto de la deidad trabajar, ya que todas las deidades, de todas las culturas son vistas como diferentes aspectos del Todo.
Entonces, el Todo, la Diosa y Dios, están presentes en todos los seres y en todas las cosas.
Texto original: Mónica Fernándes
Imagen: Pixabay